En esta época en que la tecnología hace que muchas cosas sucedan en forma virtual, quería compartir con uds. Algo que sucede en el patio de las oficinas en las que trabajo, y aunque pueda parecer cruel, a mi me parece un sorprendente regalo de la naturaleza.
Y digo sorprendente porque lo que les voy a contar pasa en pleno centro de Montevideo, tan pleno centro que estamos a poquitas cuadras del histórico Kmtro. “0” de la ciudad. Seguramente, esto mismo en un medio rural, no llame la atención o pase desapercibido como un evento natural más.
Los ubico, pleno centro como les decía, las oficinas están ubicadas en una vieja casona construida en el año 1935, es una construcción importante que mandó realizar una acaudalada familia por aquellos tiempos, mucha madera, mármol, vitraux, bronce, en fin todos los lujos para los gustos de la época.
La oficina en la que yo escribo estas líneas por ejemplo era una sala de juegos, tiene un armario con soportes para tacos de billar, una pizarra integrada en el revestimiento de madera y un contador de bolillas de madera por sobre el pequeño pizarrón.
Tiene también al fondo, un patio de bastante buen tamaño, con algunos arbolitos y plantas y las paredes cubiertas de enredaderas. La verdad que el patio se usa poco, el mantenimiento siempre es al mínimo imprescindible, se riegan las plantas y se corta el pasto de cuando en vez, los compañeros casi ni salen ni siquiera a fumar, y a lo sumo algún bochinche grande se hace a fin de año cuando despedimos el año. Es casi una especie de oasis de tranquilidad en el medio de la manzana.
Tanta tranquilidad empezó a atraer a distintas aves, pero especialmente palomas torcazas, que se fueron adueñando del jardín. Hay palomas (la común y la otra tipo de monte), gorriones, y muchas torcazas.
Lo de las palomas torcazas está fuera de control, hacen nidos en la enredadera, atrás de los aires acondicionados (hay algunos equipos de aire que vienen funcionando como maternidad hace unos cuantos años y de aquel casal original que inauguró el nido ya hay tataranietos nacidos allí). También anidan en los pretiles de las ventanas de las oficinas, y es esa la única ocasión en que se toma alguna medida, empiezan a juntar los palitos para construir y vamos y les damos el desalojo anticipado.
Y serán muy lindas, todo el cortejo amoroso, mucho rucu rucu, pechito con pechito, piquito con piquito, pero no hay cosa en el patio que no esté “marcada” por las palomitas, las rejas de las ventanas, la baranda de la escalera, hasta la piola del mástil está “firmada” por los pajaritos, y están tan a gusto en su patio que si dejás alguna ventana abierta, se mandan para adentro y varias veces las hemos encontrado arriba de los escritorios, o paradas en los respaldos de las sillas de la sala de reuniones.
Otra cosa que es impresionante es a la tardecita, se guardan entre la vegetación y si te arrimás empiezan a salir bandadas de aves volando despavoridas. Si te agarran distraído te pegás un julepe que ni Alfred Hitchcock con su obra Los Pájaros pudo lograr.
El asunto que tanta superpoblación, atrajo a la fiesta a un convidado de piedra. Empezó a venir el año pasado, aparece durante 8, 10, 12 días seguidos, desaparece un tiempo, vuelve por otro período.
Este bicho viéndolo personalmente, es impresionante (estas malas fotos no le hacen justicia), con los compañeros tirábamos nombres, aguilucho, halcón, gavilán…, finalmente le mostramos las fotos a un especialista en aves que nos confirmó que se trataba de un ejemplar juvenil de gavilán mixto y que no era tan raro de verlos en la ciudad ya que tienen “fácil el alimento”, y que ratones, ratas y palomas son parte de la dieta de esta especie. También nos contó que es un buen controlador de plagas y que es posible verlos nidificando por ejemplo en Parque Batlle, Parque Rivera, Jardín Botánico entre otros.
Y con lo dicho en el párrafo anterior, ya podrán imaginar por donde viene la mano.
A continuación un par de fotos y un videíto corto, que tomó un compañero con un celular de última generación, y no está de más agregar que las siguiente imágenes “pueden herir la sensibilidad del telespectador”.
Control natural que le dice Ña’ Naturaleza
Salú’ la barra!!!